Apenas Silvina bajó del coche, escuchó la voz inconfundible de Tania:
—¡Por fin llegaste! ¡Wow, Silvina! ¿Me estabas guardando esta sorpresa? ¡No sabía que con un estilo tan clásico podías verte tan hermosa!
Silvina se sonrojó de inmediato.
La familia Martinez siempre había sido una casa de tradición literaria y académica, y su estilo al vestir solía mantener un aire clásico y elegante.
Desde que Silvina vivía con ellos, naturalmente habían querido vestirla de la misma forma.
Ruperto, a su lado, sonrió con orgullo:
—Hoy has dejado a todos en casa absolutamente deslumbrados.
—Vamos, ya nos estaban esperando —añadió Tania con una sonrisa pícara—. ¡Esta noche se han reunido personajes muy importantes!
Silvina, tomada del brazo de Ruperto, siguió a Tania hasta el ascensor.
Al pisar la suave alfombra del hotel, una sensación extraña de irrealidad la invadió.
Ese lugar…
La última vez que había estado allí, había estado con Leonel.
Silvina sacudió la cabeza en silencio.
"¿Qué me pasa? ¿No ha