Silvina recordaba muy bien a aquel compañero tan astuto. Solía ser quien más la menospreciaba y también quien más abusaba de ella. En más de una ocasión, ella terminó haciendo los informes del departamento de planificación que él debía entregar.
Después del incidente con Gracia, la jefa de ventas, al mediodía, probablemente todos sintieron que su posición en la empresa era más frágil de lo que imaginaban, y por eso ahora trataban de congraciarse con ella.
En el fondo, mientras nadie se metiera con ella, Silvina no tenía motivos para ser la mala de la historia.
Respondió a sus gestos con una sonrisa educada, aunque en realidad todo ese juego de apariencias y relaciones sociales le resultaba aún muy ajeno.
Los platillos japoneses comenzaron a llegar a la mesa uno tras otro, y al ver la variedad y presentación de los alimentos, Silvina volvió a pensar: Esta cena debe ser carísima.
No es de extrañar que todos hicieran lo imposible por entrar a trabajar en el Grupo Familiar Muñoz. Ser part