Y eso que Gracia era la nueva gerente estrella del departamento de ventas. El mes pasado, sus cifras habían sido las mejores de toda la división. Estaba segura de que el presidente sabría perfectamente quién era más valiosa.
Por eso necesitaba saber qué truco había usado Silvina para lograr que el presidente se negara siquiera a verla.
Silvina soltó un suspiro. ¿Por qué había tantas mujeres que soñaban con meterse en la cama de Leonel? Si fuera tan fácil, esa cama ya estaría sobreocupada.
Conteniendo su molestia, respondió:
—Eso no tiene nada que ver conmigo.
—¿Nada que ver? En el tercer piso del restaurante solo estaban el presidente, la clienta y tú. ¿Y me quieres hacer creer que fue la clienta quien dijo algo? —Gracia se crispó aún más al ver la mirada tranquila de Silvina, como si la estuviera ridiculizando.
—Lo siento, tengo cosas que hacer. Con permiso. —Silvina no tenía intención de discutir y se giró para marcharse.
Pero Gracia le sujetó la muñeca con fuerza.
—¿Irte? ¿Así de f