Después de colgar la llamada con Silvina, Ruperto enseguida telefoneó a la familia Martínez.
Al enterarse de que Silvina no había aceptado la invitación, el Señor y la Señora Martínez se desesperaron. Estaban tan ansiosos que ya ni siquiera disfrutaron de la fiesta posterior a la boda: buscaron una excusa y regresaron a casa para discutir un plan.
Mientras Silvina permaneciera en Xenia, ellos tenían que lograr, a toda costa, que visitara su casa.
Aunque solo fuera para reconocerla como hija adoptiva, no podían dejar escapar la oportunidad.
Además, en ese momento, la Señora Martínez confesó a su esposo que en secreto había viajado a Inochi para ver a Silvina. Estaba convencida de que aquella muchacha era realmente buena, y que en algunos detalles cotidianos coincidía con Susana de una forma casi idéntica. Aquello reforzó aún más la decisión del Señor Martínez.
Como no lograba conciliar el sueño, Silvina decidió salir a caminar un rato.
Quería buscar un lugar tranquilo y pasear sin rumb