Tania llevó a Silvina hasta una gran mesa redonda y pidió a la doncella encargada que encendiera los portátiles para los tres.
Luego tomó la baraja y comenzó a explicarle las reglas:
—Esta carta se llama Cosecha Abundante, permite que tú y los demás elijan una carta. Esta se llama Ataque: si quieres atacar a alguien, usas esta carta contra esa persona. Esta es Esquivar: cuando alguien te ataca, la usas para librarte, de lo contrario pierdes un punto de vida…
Tania le explicó con detalle el uso de cada carta, mientras la doncella colaboraba mostrando ejemplos.
Silvina escuchaba embobada. Vaya, este juego tenía algo de gracia.
Cuando Tania terminó de explicar, los tres ordenadores ya estaban listos.
La villa tenía su propia red local, así que cualquier terminal inteligente podía unirse a la partida.
Silvina, Tania y Ruperto acababan de registrarse y ocupar sus asientos, cuando los dos lugares restantes fueron ocupados rápidamente por otros jugadores.
—¡Vaya, qué rápido! —se sorprendió S