Capítulo 165 Evitando miradas

—Silvina, ¿por qué no dices nada? —Tania la observaba, intentando descubrir alguna pista en su rostro.

Pero la mirada de Silvina seguía igual de tranquila. Respondió suavemente:

—¿Qué más puedo decir? Tú sabes que Leonel y yo solo somos esposos por contrato.

Una sola frase valía más que mil palabras.

Tania vio cómo Silvina apretaba y aflojaba sus puños una y otra vez, comprendiendo que su corazón estaba lejos de la calma que aparentaba.

Silvina, ¿por qué te haces esto?

¡Eres la esposa de Leonel!

¡Eres la nuera reconocida de la Familia Muñoz!

¡Tienes el derecho de apartar a Liliana de él!

¿Por qué te humillas de esta manera?

Tania sintió un profundo dolor por ella.

—Silvina… —suspiró, sin saber ya qué más decir.

El amor siempre era lo que más hería.

No era de extrañar que su jefe, con veintiocho años, aún no quisiera casarse.

No era de extrañar que Evelio hubiera esperado hasta los treinta y ocho para hacerlo.

—Ya está, he descansado lo suficiente. Escuché que en la villa de Evelio hay
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