Evelio se giró de inmediato hacia Leonel, con una expresión mucho más seria en el rostro, y dijo:
—Las noticias corrieron muy rápido, ya hay gente afuera que exige verte.
Leonel preguntó con indiferencia:
—¿Quiénes?
—Solo algunos comerciantes locales, grandes y pequeños —respondió Evelio sin darle importancia—. Parece que ya han puesto los ojos en tu proyecto energético con Ruperto.
Leonel contestó con la misma indiferencia:
—Hay demasiados que quieren meter mano en la energía, pero ellos no tienen la talla.
—Por eso… será mejor que te prepares. Estos días que estés aquí, seguramente te van a volver loco —añadió Evelio con una sonrisa irónica—. Aunque tengo una buena idea… ¿quieres escucharla?
—¡No! De tu boca nunca salen perlas —replicó Leonel sin contemplaciones, despreciando a su amigo. Luego hizo un gesto a Silvina, tomó su mano y, mirando a Evelio, levantó la barbilla—: Vámonos. Silvina está embarazada y no puede permanecer de pie mucho tiempo.
—Está bien —respondió Evelio, aunqu