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Capítulo 143 Una llamada desesperada

Con aquel pequeño episodio, los dos disfrutaron muchísimo del almuerzo.

Como Leonel tenía la mano herida, solo podía comer con la izquierda.

Al ver que le resultaba incómodo, Silvina tomó la iniciativa y le sirvió un trozo de comida que necesitaba tenedor.

Antes de que Silvina lo pusiera en el plato de Leonel, él ya se había inclinado y se lo comió directamente del tenedor de ella.

Silvina se quedó helada.

Ese hombre…

El mayordomo y Janet observaron la escena desde un lado, con el corazón rebosante de alegría.

Janet incluso sacó una foto a escondidas y se la envió a la abuela Muñoz.

En la familia Muñoz, quedaba claro que la abuela siempre había tenido el mejor ojo.

Durante tantos años, nunca hubo una mujer capaz de hacer que el señor Leonel se asentara.

Ahora, al fin Silvina había logrado atrapar el corazón del señor Leonel.

—Mmm, sabe bien —comentó Leonel como si nada, arqueando las cejas hacia Silvina—. Hoy el almuerzo está muy bueno.

Silvina retiró el tenedor. Ese tenedor ya lo hab
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