Capítulo 144 La trampa de Rosa

El teléfono volvió a sonar; era Rosa otra vez. Silvina contestó sin pensarlo dos veces:

—¿Rosa, qué otra trampa quieres jugar ahora?

—Nada en especial. Tu madre te extrañaba, así que me la traje conmigo. Silvina, ¿no has sido siempre tan devota? Pues bien, tu madre está aquí, de visita. ¿Quieres verla? —la voz de Rosa llegó cargada de malicia desde el otro lado de la línea.

Silvina sintió que la respiración se le cortaba.

¡Maldita sea!

Rosa, ¿por qué no venías directamente contra mí? ¿Por qué tenías que involucrar a mi madre?

De niñas habíamos jugado juntas. Mi madre siempre te trató con cariño. Incluso cuando tus padres te castigaban por ser traviesa y huiste de casa a medianoche, fue mi madre quien salió con una linterna y te cargó de vuelta desde la zanja.

Rosa, ¿tu corazón se lo comieron los perros?

Silvina respiró hondo, obligándose a mantener la calma.

—¿Dónde está mi madre?

—Por supuesto que está conmigo —contestó Rosa—. Silvina, te daré una oportunidad. Trae un millón de dólar
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