Camille escuchó la voz de Gloria y entró de inmediato en la habitación; al hacerlo, vio a Silvina y a Gloria sentadas juntas.
Camille mostró una expresión de resignación y le dijo a Silvina:
—Lo siento, yo… yo no sabía que mi tía iba a…
Silvina negó suavemente con la cabeza:
—No pasa nada.
Gloria se dirigió a Camille:
—¿No me dejaste venir a tu habitación precisamente porque la señorita Silvina estaba aquí, verdad? Camille, lo siento, fui yo la impaciente. Antes siempre venía directamente a tu cuarto a esperarte, esta vez no pensé que…
Silvina sintió que el ambiente se volvía extraño, como si ella fuera el origen de todo aquel malentendido.
Por eso, tuvo que intervenir para aliviar la situación:
—Está bien, de verdad no me molesta. No quiero que pierdan la armonía entre ustedes por mi culpa —dijo con una sonrisa—. De hecho, he disfrutado mucho charlando con la señora Gloria. Camille, incluso debería agradecer este malentendido, de lo contrario me habría aburrido aquí sola leyendo; ya