Llegamos a nuestro destino y solamente cuando mis escoltas me dicen que todo está bajo control es que permito que mi esposa baje para poder sentarse en el césped con nuestra hija mientras los chicos comienzan a colocar sus tiendas de campaña.
— Pensé que todos iban a dormir en su casa rodante. — dice mi esposa y yo niego.— Eso no es posible, querida, hay muchos hombres que nos están escoltando para obtener buena seguridad y por mucho que quisieran ocupar el menor espacio posible, no entrarían todos en el vehículo.— No crees entonces que deberíamos nosotros…— Te agradezco mucho que pienses en los chicos, pero nadie va a invadir nuestro espacio personal. El único que tiene permitido entrar a nuestra casa rodante es el conductor o si algo sucede y los escoltas necesitan cuidarnos desde adentro.Mi pequeña pajarita está por quejarse, porque parece