103. El Momento de la Verdad
El vestido rojo se ciñe a mi cuerpo como una segunda piel. Como un recuerdo. Como una declaración de guerra.
Los zapatos son Louboutin, tacones de diez centímetros que me hacen más alta y más vulnerable. Llevo un collar de diamantes que perteneció a mi abuela; el tipo de joya que comunica que los Walker no se rinden.
Me veo como la mujer que ganó el divorcio. Si tan solo me sintiera así.
El timbre suena. Es Diego. Abro la puerta y se queda inmóvil, evaluándome de pies a cabeza.
—Rojo. Perfecto. Exactamente el mensaje correcto.
Entra a mi apartamento, elegante en su esmoquin negro.
—¿Lista? —No. —Perfecto. Significa que te importa. Significa que esto es real.
Se acerca y me ajusta el collar de diamantes con manos cuidadosas, un gesto que me recuerda tan dolorosamente a papá que tengo que parpadear para controlar las lágrimas.
—Max es un idiota si no se da cuenta de lo que perdió esta noche. —O tal vez ya lo sabe y por eso está con Victoria.
Diego me toma por los hombros.
—Entonces esa e