No estaba segura de cuánto tiempo había dormido, pero al despertar, se sintió renovada, como si la resaca y el malestar de horas atrás no hubieran existido. Una energía inesperada recorría su cuerpo. Se incorporó lentamente, estirando los brazos con suavidad, y su mirada se dirigió al espejo que colgaba en la pared. Esta vez, su reflejo le devolvía una imagen mucho más decente. Su rostro limpio, sin rastro del maquillaje corrido, y su cabello, aunque algo alborotado, lucía más presentable. Satisfecha, alisó la tela de su camisa arrugada con las manos y decidió salir de la habitación.
En la cocina, encontró una nota de Noelia junto a una bandeja cubierta. La caligrafía pulcra de la empleada doméstica le explicaba que había preparado el almuerzo y que solo debía calentarlo, ya que seguramente estaría frío para cuando despertara. Había intentado despertarla antes de marcharse, pero Hayley no había reaccionado.
Una sonrisa se dibujó en sus labios. Era consciente de que Noelia no solía tra