Hayley acababa de salir del edificio cuando Jared apareció en su camino, acompañado por Debby y otra chica que recordaba vagamente como parte del equipo de redacción. Su intuición no fallaba: seguramente iban a invitarla a los planes que habían estado comentando durante el día. Había escuchado sobre un club nocturno que, según ellos, prometía ser la mejor opción para pasar un buen rato.
—¿Qué harás más tarde? —preguntó Jared, esbozando su característica sonrisa coqueta. Antes de que pudiera responder, añadió con un tono burlón—. Y no nos salgas con que tu esposo no te deja salir. Si es así, deberías considerar el divorcio. Tengo contactos...
Hayley rodó los ojos con una mezcla de exasperación y diversión. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Debby intervino con los ojos brillando de curiosidad.
—¿Estás casada? —preguntó, sorprendida.
—Sí, lo estoy —afirmó Hayley con un tono neutro, evitando dar más detalles—. Y, para que lo sepan, claro que puedo salir sin su permiso. Mi espos