—Héctor López, no pienso seguir dándole vueltas a esto. No me importa a quién amas hoy ni a quién quieres ayudar. Solo sé que ya no te amo. Y no me voy a casar con un hombre que ya estuvo casado. Deja de molestarme.
Colgó sin escuchar sus ruegos y lo bloqueó de inmediato.
A su lado, Sofía Benítez levantó el pulgar, satisfecha.
—¡Eso, Ciri! Contundente. A los patanes se les corta así.
—Por cierto —añadió—, tengo que pasar por la oficina. Nicolás Castillo viene a llevarte a mi casa. Si necesitas algo, díselo a él…
Al oír ese nombre, Cira se tensó y la miró con alarma.
—¿Nicolás Castillo? ¡Sofía, no me digas que volviste con él!
Sofía no notó su reacción y explicó con naturalidad:
—Yo estudié años fuera y recién abrí un estudio en Port Aurelia. A Nicolás le va bien acá; si hay contactos que se pueden aprovechar, ¿por qué no?
Cira frunció el ceño, nerviosa.
—¡Sofía, por favor! No te dejes engañar otra vez. Él no te merece. En su momento… —se sonrojó, apretó los dientes y siguió—. Él me con