Capítulo 37. Decisiones desesperadas.
Stella no pudo dormir esa noche, estaba inquieta, no podía evitar que las imágenes de Alicia en el hospital, pálida y vulnerable, estas se repetían una y otra vez en su mente.
Recordó cómo, a pesar del peligro inminente, Alicia la había salvado e intervino sin dudar, enfrentándose al gánster con una valentía que Stella nunca había visto antes. Fue ese día cuando juró que, si alguna vez Alicia necesitaba de ella, no dudaría en protegerla con la misma determinación.
Cuando los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana, ya había tomado una decisión. Era su turno de devolverle el favor, a cualquier costo.
Se levantó con determinación y comenzó a hacer llamadas. Primero, contactó a un viejo amigo que trabajaba en una clínica privada. Después de explicarle la situación, él accedió a recibir a Alicia en un sitio especial para continuar su tratamiento, designando a una enfermera y a un médico para cuidar a Alicia. Lejos del escándalo y el estrés.
Luego, llamó a su abogado de confianz