Mundo ficciónIniciar sesiónHabía pasado tres mes desde que papá murió, era noviembre el penúltimo mes del calendario, las noches comenzaban a ponerse frias; después de todo lo que pasó abandone la universidad en septiembre para buscar empleo ya que mamá estaba cansada últimamente, la vi convertirse de una fina dama a una mugrosa lava platos; aquella hermosa señora, estaba tan demacrada y más delgada de lo normal. El trabajo que conseguí consistía en repartir el periódico y leche por las mañanas luego de eso iba a una cafetería como camarera hasta las 8:00 pm, terminaba ahí y proseguía a ir al otro empleo, iba a limpiar los vidrios en un estudio de música, solo iba los martes y viernes, en eso me mantenía ocupada casi la mayoría de mi tiempo; ya me habituaba a esta vida pero al veces añoraba la anterior en que todo era perfecto o parecía serlo.
Salía de mi casa a las 6:00 am y retornaba a las 11:40 pm, con el sueldo de esos trabajos y aumentando el de mamá pudimos pagar la colegiatura de mis hermanos, hipotecamos la casa a una buena suma de dinero para así pagar los demás gastos diarios; al final del día terminaba bastante agotada, tener muchos empleos es muy cansador decía en mi mente, mientras llegaba a casa, caminaba muy despacio para no hacer demasiada ruido, todos estaban durmiendo. Antes de ir a mi cuarto pasaba a ver a Ryan, abrí la puerta de su habitación y lo observé durante un minuto, se veía muy lindo durmiendo, me pregunto si él entiende todo lo que está pasando en esta casa, le di un beso en la mejilla y acaricie sus lindos cabellos dorados, fui a mi habitación por una ducha caliente, para después entrar al país de los sueños y luego empezar con otro día cansador en mis diferentes empleos, en mi vida normal de una chica pobre. _ ¡Otro día en la maldita cafetería! Decía mientras llevaba un pedido de waffles para un niño obeso sentado al lado de la ventana, que hace unos cuantos minutos hacia ruido para que le dé su comida ¡Genial, este día no podía empeorar! Lo dije, al observar a un grupo de ex compañeros de la universidad entrar a la cafetería. Me dirigí hacia ellos y puse la cara más amable posible. _ ¡Hola! ¡Buenos dias! ¿Qué les sirvo? Le dije un poco con vergüenza. Ellos me observaron unos segundos antes de reconocerme. _ ¡Hola mesera! Me respondió Clara viéndome de reojo como despreciándome, ella era la que siempre me molestaba desde que me volví pobre. —¿Qué desean tomar? Les pregunte con mi pequeña libreta en la mano lista para anotar todo. — ¡Me traes waffles! Con mucha miel, y un cappuccino ¡Ah! y mesera que sea para hoy sí —Dijo clara con tono de arrogancia. Los otros pidieron Cupcakes y café simple — ¡Vuelvo en unos minutos! Les dije mientras caminaba hacia la cocina, fui tan rápido que su pedido estuvo en un abrir y cerrar de ojos. Ellos comieron, pagaron y se fueron menos Clara, ella seguía ahí sentada mirándome fijamente, mientras atendía a los clientes. _ ¡Por fin! Exclame — Es hora de mi descanso — Le dije a la jefa mientras me dirigía hacia afuera a respirar un poco de aire fresco, en eso presiento que alguien viene tras de mí; dí la vuelta y para mi sorpresa era aquella muchacha pelirroja. _ ¿Clara? —Cuestioné sorprendida mientras ella me miraba furiosa. _ ¡Hola pobretona! Me dijo con una sonrisa maliciosa. _ ¿Qué quieres? Le pregunte de mala gana. _ ¡Qué irónica es la vida! Dice — Sabes Marianne, antes me insultabas porque estaba gorda, te burlabas de mi en cualquier oportunidad , muchas veces hiciste que me sintiera mal porque tu eras la más bonita de la clase y mira ahora, las cosas cambiaron estúpida. En eso baje la vista y me di la vuelta, pero ella me agarro de la muñeca y seguía hablando. _ ¿A dónde vas estúpida? Ahora es mi turno de humillarte — Mientras yo la miraba un poco triste. _ ¡Ya suéltame! Le dije mientras zafaba mi mano — Discúlpame, antes yo era una tonta niña rica ya arrogante que no pensaba las cosas antes de decirlas, te pido perdón por todas aquellas vec...— En eso me interrumpe. _ ¡Eso jamás! No te perdono, me humillaste cada vez que te daba la gana. Tu como todas las de tu clase son unas arrogantes y me alegra que todo esto te esté pasando — Lo dijo muy molestamolesta, yo solo pude bajar la mirada con tristeza. _ ¡Ya acabaste! Le dije un poco triste. _ ¡No! Princesita de la mugre, sabes tu padre murió porque ya no quería lidiar con alguien como tú — Cuando dijo esas palabras sentí que me dio un gran golpe en el corazón. Mis ojos se comenzaron a entristecer, mientras ella sonreía y me decía — ¡Así me hiciste sentir muchas veces! Te duele verdad— Estaba inmóvil sin responderle hasta que ella se dio la vuelta y se fue con una gran sonrisa de victoria estampada en la boca, es como si haya esperado ese momento durante todo este tiempo. Después de aquella plática con Clara empecé a recordar cuando vi por primera vez a aquella muchacha regordeta, mal vestida, con frenos y el peinado ni se diga, el cabello lo traía cogido de una trenza que le llegaba a la espalda y además de ser pelirroja era una enana. Empecé a seguir a la niña gorda al baño y ahí comencé a torturarla con mis palabras, le dije que era fea, una gorda asquerosa y otras groserías, me causaba placer torturar a ese tipo de personas, ahora ella es una hermosa chica, bajo de peso, viste a la moda, se maquilla, tiene unos perfectos dientes y un cabello muy lindo, tal vez ella cambio mucho por las cosas que le decía, no media mis palabras, la arrogancia y el ego los tenía por los cielos pero ahora cuanto me arrepiento de haber hecho ese tipos de cosas, ya que comprobé que el karma si existe.