El caos era absoluto.

Valeria se aferró al suelo de concreto, su vientre presionado incómodamente contra la superficie fría mientras las balas silbaban sobre su cabeza. El sonido era ensordecedor: disparos, gritos, el ruido metálico de casquillos cayendo al piso.

—¡Quédате abajo! —gritó Aleksandr, su voz apenas audible sobre el estruendo.

Valeria giró la cabeza lo suficiente para verlo. Aleksandr se había posicionado detrás de una columna de soporte, su arma disparando con precisión letal. Cada bala encontraba su objetivo. Un hombre cayó. Luego otro.

Pero eran demasiados. Por cada uno que caía, dos más tomaban su lugar.

Luka se había refugiado detrás de un montacargas, coordinando el ataque.

—¡Ródenlo! ¡No dejen que escape!

Los hombres se movieron con eficiencia militar, formando un semicírculo que se cerraba lentamente alrededor de la posición de Aleksandr. Estaba siendo acorralado.

Valeria buscó desesperadamente algo, cualqui