8. Castigo
POV : Victoria Kaiser
No entendía muy bien qué acababa de pasar. Apenas sentía mis manos. Me temblaban, sangraban, ardían. Como si todo lo que había vivido en los últimos minutos fuera parte de una pesadilla que no terminaba de procesar.
Me incorporé como pude, con la respiración entrecortada, y me volví hacia el hombre al que acababa de salvar.
—¿Está usted bien? —pregunté, con la voz débil, todavía aturdida.
El imbécil ni siquiera me miró. Me empujó con violencia, sin decir ni gracias ni maldita sea, y caí de espaldas al suelo, raspándome las rodillas contra el asfalto como si fuera una niña de cinco años aprendiendo a andar en bici.
—¡Quítese, estúpida! —gritó.
Me quedé allí, sentada en medio de la acera, con la falda arrugada y las medias rotas, viendo cómo se lanzaba otra vez hacia la carretera, directo a su perdición.
Y fue entonces cuando todo se volvió más raro.
Una furgoneta negra se detuvo en seco frente a él. De ella salieron dos tipos trajeados, como sacados de una pelícu