91. Él lo sabía
Había intentado convencerse de que ella era fuerte, que podía resistir, pero lo que sintió cuando casi se desmayó en sus brazos... estaba a punto de volverse loco.
Lo aterrorizó.
Jamás había sentido nada parecido, por eso, esa misma tarde, llamó a una de las concubinas menores. La tomó del brazo y la miró sin pestañear.
—Dime —gruñó con la voz baja y peligrosa—. ¿Cómo la están tratando?
La concubina tembló.
—¿A q-quién Alfa...?
—¡Sabes de quien hablo! —rugió descontrolado.
La hembra frente a él dio un respingo antes de sollozar.
—A-a Alfa, yo... yo...
—Habla, ahora.
Ella se quebró y no tardó en obedecerlo.
—¡Muy mal! —soltó entre lágrimas—. ¡Nina no la deja descansar! Le quitan la comida... solo le dan un pan duro. No duerme bien, le gritan, la empujan, la tratan como una esclava... ¡Yo no quise participar, lo juro!
Eryx se quedó inmóvil, los músculos en su quijada temblaban con violencia con cada palabra. Un gruñido profundo le salió del pecho, tan poderoso que la concubina se derrumb