55. No me pienso conformar con tus migajas
Lana no se movió y Eryx tampoco, él estaba rígido, respirando como si su lobo le rasgara por dentro.
Lana no supo por qué se quedó.
Tal vez por orgullo.
Tal vez por rabia.
O tal vez... porque una parte de ella aún no quería rendirse, pero la ira que sentía no se comparaba a nada de lo que sentía nunca.
Porque no era rabia en sí. Era algo más que no querías admitir, celos, crudos y puros celos.
Ese maldito silencio volvió a envolverlos.
Lana respiró hondo, pero no logró calmar el temblor que le recorría los dedos.
pronto le echó una mirada al macho frente a ella, notando que su pecho subía y bajaba con fuerza, pero su expresión era una máscara de control brutal.
Un control que no duraría mucho más, pero ella no pudo verlo, estaba demasiado irritada como para hacerlo.
—¿Vas a decir algo o solo me vas a mirar? —disparó ella con una voz filosa, tratando de ocultar la punzada en su pecho.
Aquel dolor vivo que se negaba a aceptar.
—¿Y tú? —respondió él lento, con esa voz grave que