136. Yo moriría antes de dejarlos
Lana salió al exterior desesperada, el frío nocturno la golpeó en el rostro brutalmente pero no lo sintió. El exterior de la manada era un caos pero para ella, todo eso era ruido lejano y borroso. En su cabeza solo resonaba un par de palabras repetidas como un mantra desesperado "mis cachorros".
Sus piernas temblaban, el vestido negro se pegaba a su piel por el sudor y aún así se las arregló para correr sin detenerse, sin mirar atrás, sin escuchar las voces que la llamaban desde el interior.
Necesitaba encontrarlos, necesitaba tenerlos en sus brazos, necesitaba saber que estaban bien.
Corrió directamente al bosque donde sentía más cercano el vínculo, algunas ramas bajas le arañaban los brazos y el rostro, pero ni siquiera podía sentir el dolor físico, su corazón latía tan fuerte que parecía querer salirse de su pecho. Sentía algo extraño dentro de ella, un calor que subía desde el estómago, un cosquilleo que le recorría la columna vertebral, como si sus huesos se estuvieran moviendo b