11. Nadie te delatará
Lana otra vez había dormido sola en la habitación del Beta, no estaba segura de si él la estaba evitando deliberadamente, después de todo era una intrusa durmiendo en su habitación.
‘’Estoy incomodándolo, eso es obvio.’’
Sin embargo, se sentía culpablemente aliviada de no tener que dormir con ningún macho.
Cuando notó que el sol estaba saliendo se levantó de la cama organizándola. Luego se dio un baño colocándose un nuevo vestido y finalmente se atrevió a colocarse una de las joyas que Caius le había enviado.
—Es tan hermosa, pero Caius no debió darme joyas, cuando me vaya se las dejaré para su compañera real.
Después de trenzar su cabello decidió ir a la cocina, no podía quedarse encerrada, pero tampoco quería desayunar con las víboras de las hembras que estarían allí.
Aunque esa no era la única razón.
Sus pensamientos volvieron a la mirada intensa del Alfa, su aroma, el sonido de su voz, todo de él causaba sensaciones intensas en ella y temía.
—Ya basta, Lana. No pienses en él.
Sali