108. No habrá forma de controlarlo
Ninguno de los dos alcanzó a detenerla.
Lana cayó de lleno, su cuerpo se desplomó directamente hacia el suelo y su cabeza golpeó contra la piedra de este provocando un sonido que heló la sangre de ambos.
—¡No! —gritó Laura preocupaba al ver que la sangre brotó al instante, tibia, deslizándose desde la sien hacia la mejilla pálida de Lana.
Laura se lanzó al suelo con las manos temblorosas y la sostuvo.
—¡Lana, mi niña! ¡Lana, respóndeme!
No hubo respuesta como era obvio, solo una respiración débil, su cuerpo yació inmóvil.
El médico llegó corriendo al ver la sangre.
—¡Diosa! —se arrodilló junto a ellas—. ¡Fue un golpe duro!
La levantó apenas, con extremo cuidado y la vieron exhalar una bocanada débil, casi un suspiro.
—Está inconsciente —murmuró Axel—. El impacto fue muy fuerte y está perdiendo demasiada sangre. Los partos gemelares la dejaron al límite. Necesito estabilizarla.
Laura lloraba sin control, sosteniendo la cabeza de su hija entre sus manos.
—Yo... yo no sabía —sollozó—. No