Bastián.-
Elegí madrugar para llegar a mi oficina y limpiar yo mismo el desastre que Elizabeth y yo habíamos causado la noche anterior, me quedé viendo el estante de vidrio donde reposaba la corona. La almohadilla azul ahora estaba vacía, sonreí con satisfacción, debía hablar con Bella para que acelerara la creación de la próxima corona para el certamen.
Me giré cuando escuché a Zeus gruñir como loco con uno de mis cojines en su hocico, parecía un desquiciado, mis intentos por hacerlo un perro educado con esta escena se están yendo al caño.
— ¡Zeus, deja ese cojín! –Me acerco intentando quitarle el cojín, pero él lo jalaba por un lado mientras yo por el otro, solté una carcajada – ¡Suéltalo, perro loco! –él no cedía y jalaba más, cuando la puerta se abrió de golpe paralizando a Zeus.
— Señor tiene que ver esto –dice Ben con el rostro desencajado por la preocupación, enciende la pantalla plana colocando el canal de las noticias, cuando escucho lo que dicen sentí como mi estómago se hun