Bastián.-
Me froto el rostro un poco por el cansancio, ha oscurecido bastante. Me quito el parche y siento la marca en mi piel, observo la hora en mi reloj, pasan de las nueve y media y nada que Elizabeth aparece. Ya me tiene preocupado; envió un mensaje para que el chofer se lleve a Mila porque mi esposa tenía algo importante que conversar conmigo.
Me pongo de pie estirando un poco mis piernas. Voy junto a mi licorera y me sirvo un trago, comienzo a ponerme ansioso, aunque A.J. esté detenido no quiere decir que estemos fuera de peligro y… la puerta de mi oficina se abre, suspiro aliviado al verla entrar, me sonríe mientras yo observo su atuendo frunciendo mi ceño.
— ¿Por qué llegas a esta hora? ¿Dónde estabas Elizabeth? –Trato de sonar mesurado y no hacerla enojar.
— Me distraje un poco yendo de compras –Veo que camina a paso lento por mi oficina, como si no prestara atención a mi preocupación.
— ¿Así nada más Elizabeth? Entre tu bromita de hoy y esto…
— Bastián, mi amor –Me dice con