Cap. 97: La última jugada de Natalia.
El auto se detuvo frente al complejo rodeado de pinos, un rincón silencioso que parecía ajeno al resto del mundo. No había rótulos luminosos. Solo un cartel de madera, sencillo y firme, anunciaba: Centro de Rehabilitación Emocional y Autoconocimiento Monteverde.
Lisandro apagó el motor y permaneció un instante inmóvil, con los dedos aferrados al volante. Respiró hondo, no porque tuviera prisa por entrar, sino porque había olvidado cómo se respiraba cuando nadie lo observaba. La quietud del bosque lo rodeaba con una calma casi incómoda, como si ese silencio sacara a flote todo lo que él llevaba años empujando hacia el fondo.
Un golpecito en la ventana lo obligó a reaccionar. Una mujer de cabello gris y mirada imperturbable se inclinó apenas para verlo mejor.
—¿Lisandro Elizalde?
—Sí —respondió, abriendo la puerta.
—Bienvenido. Soy la doctora Rebeca Montalbán. Me avisaron que vendrías. ¿Preparado?
Él soltó una exhalación que no llegaba a risa.
—No estoy seguro de estar preparado para na