En la oficina de dirección de la academia, la luz de la mañana entraba cálida por los ventanales. Amelia tenía extendidas sobre la mesa varias revistas de bodas, catálogos de vestidos y muestras de flores. A su lado, Clarissa hojeaba una Tablet con la energía de quien disfruta organizar la vida ajena.

—Amelia, tienes que contratar a una wedding planner. Créeme, si lo dejas todo en tus manos, vas a terminar colapsando. Además, esta es tu boda, mereces disfrutarla.

—¿Y si buscamos a la mejor? —preguntó Amelia, sonriendo con ilusión mientras ojeaba una revista—. Quiero que sea algo íntimo, pero hermoso. Nada extravagante… solo algo que se sienta muy nuestro.

—Entonces necesito tu presupuesto y la tarjeta de crédito de tu futuro esposo —bromeó Clarissa, tecleando veloz en su pantalla—. Tengo un par de nombres de planners top. Vamos a hacer de esta boda un sueño.

Amelia no podía ocultar la felicidad que le iluminaba el rostro. Por fin, su historia con Iker tomaba el rumbo que siempre anhel