Cap. 126: El último recuerdo.

Cap. 4: Pesadillas, recuerdos, dudas.

Amelia despertó gritando.

El sonido no salió fuerte, pero sí desgarrado, como si se hubiera roto por dentro. Se incorporó de golpe, empapada en sudor, con el corazón disparado y la respiración corta. La habitación estaba a oscuras, apenas iluminada por la luz tenue que entraba desde la ventana. Por un segundo no supo dónde estaba.

Solo veía fuego. El eco de una explosión. Y a Lisandro, cubierto de polvo, extendiendo una mano hacia ella.

«Ayúdame… por favor».

—No… —murmuró, llevándose las manos al rostro.

Iker reaccionó enseguida. Abrió los ojos, se incorporó y la rodeó con los brazos sin pensarlo.

—Amelia, amor… tranquilo, estoy aquí. Háblame. —Le acarició la espalda, suave, constante—. Fue una pesadilla. Respira conmigo.

Ella apoyó la frente en su pecho, temblando todavía. Intentó inhalar, pero la sensación de humo seguía aferrada a su garganta.

—Lo vi —susurró—. Lo vi otra vez. La explosión… el techo cayendo… y él… Iker, él me pedía ayuda.

Iker
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