Cap. 116: Casi me convences...
Lisandro llegó al lugar con un adelanto de adrenalina en la sangre y una calma que, para cualquiera que lo viera, habría parecido auténtica. Por dentro, cada paso era un recordatorio de la voz de Blair en su oído minutos antes, mientras le ajustaban el chaleco debajo de la camisa y comprobaban el intercomunicador.
«No improvise. No sea héroe. Tráigala viva.»
El punto de la ubicación lo había llevado hasta las afueras de la ciudad, a un sector industrial casi abandonado, donde las bodegas parecían esqueletos viejos resistiéndose al tiempo. La que tenía delante era un rectángulo gris, con las paredes manchadas, las ventanas rotas y una puerta metálica oxidada que crujió apenas cuando la empujó.
El olor a aceite viejo y polvo lo recibió como un mal presagio.
—Ya estoy dentro —murmuró, casi sin mover los labios. Sabía que Blair escuchaba al otro lado, aunque ella no respondería para no delatar el sonido en el intercomunicador.
Sus pasos resonaron sobre el concreto. La luz entraba a medias