Cap. 115: Sin margen de error.
Lisandro dejó escapar una risa.
—Dispuesto a todo. Odio a Iker Balmaceda. Ese infeliz me arrebató todo: mi empresa, mi mujer, mi hijo. ¿Quieres saber qué quiero? Vengarme. Que pierda lo que ama, como yo perdí lo que era mío.
Blair intercambió una mirada con su equipo. El tono de Lisandro era tan convincente que incluso ellos sintieron un escalofrío.
Natalia habló despacio, como quien revela un secreto mortal.
—¿Y si te dijera que tengo en mis manos el instrumento de tu venganza?
Iker al escuchar a Natalia apretó sus puños, su pecho subía y bajaba exaltado.
—M@ldita —susurró bajo.
Lisandro apoyó la cabeza contra la pared, cerrando los ojos para concentrarse en la mentira que debía sonar verdadera.
—Te contestaría —dijo con un susurro cargado de veneno— que tienes al mejor aliado posible. Que jamás te voy a traicionar… porque seamos realistas, Natalia: si uno cae, caemos los dos. Y yo no pienso dejarme vencer tan fácilmente. Así que dime… ¿tienes lo que deseo?
Hubo un silencio peque