Cap. 111: Una voz familiar.

La casa de Clarissa estaba llena de movimiento policial, luces parpadeantes y voces tensas.

Iker estaba de pie junto al sofá donde Clarissa recibía atención médica, tenía el rostro endurecido por una furia que amenazaba con romperle la piel. Blair, con su equipo desplegado, revisaba cada rincón sin perder detalle.

La puerta estaba abierta. Lisandro apareció en el umbral, despeinado, con la camisa mal abotonada y una expresión de alarma sincera.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando a todos, pero deteniéndose en Clarissa y luego en Iker.

Iker giró hacia él como si hubiera estado esperando ese blanco para disparar.

—¿Qué ha pasado? —repitió con un tono helado—. Muy sencillo, Elizalde: tu madre y tú están detrás de esto. Ya se me hacía raro tu cambio repentino. Claro, ahora todo encaja.

Lisandro frunció el ceño, ofendido y confundido a la vez.

—¿De qué demonios hablas?

—De Amelia —gruñó Iker, dando un paso hacia él—. De que la secuestraron. De que tu madre nos amenazó

Blair intervino ant
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