—Mi rubito hermoso, mi mayor orgullo y el hombrecito más valiente que he conocido.

Cataleya hablaba emocionada mientras ayudaba a su hijo a terminar de vestir su elegante trajecito; el uniforme de un colegio para niños que habían nacido en cuna de oro y donde pronto Rayan empezaría a formar parte de su mundo.

—Haré todo lo posible para que sigas estando orgullosa de mí, mamita hermosa, lo prometo. —contestó Rayan con la decisión en la mirada. —Esa será mi prioridad.

Cataleya sonrió embelesada y besó la cabecita de su niño.

—Tu mayor prioridad en esta vida, mi rubito, es ser feliz. —dijo pasando la mano por el rostro de Rayan. —Nunca tomes decisiones pensando en lo que yo espero de ti, hazlo siempre pensando en lo que es mejor para ti. Como tu mamá estaré a tu lado para apoyarte. Y estoy segura de que serás feliz en tu nuevo colegio. Harás muchos amigos porque eres un niño increíble, inteligente, amable y muy noble. Puede que incluso tengas pronto un mejor amigo.

—Tú eres mi mejor