—Dije que no iba a tocarte por tiempo indefinido —le recuerdo, separándome de él. Con mucho esfuerzo, debo reconocer.
—Y yo dije que iba a ser yo quien te tocara —Me vuelve a llevar junto a su cuerpo, pegándome a él sin dejar que haya un centímetro de espacio entre nosotros—. Te deseo, ángel.
Enreda sus dedos en mi pelo, tirando con suavidad de mi cabeza hacia atrás para abrirse lugar a mi cuello, lo besa, pasa su lengua, luego sus dientes rastrillando mi piel y dando suaves mordiscos; sin poder evitarlo, gimo a su tacto, todavía sin mover mis manos sobre él, teniendo una guerra con mi maldito cuerpo traicionero para no tocarlo, para cumplir mi promesa de no hacerlo. Con su otra mano baja hasta mi culo, apretándolo contra sí y haciéndome notar su erección, acomodando su cuerpo a la altura justa para mi excitación y así frotarse en ese punto; Volví a gemir, casi rindiéndome a mi estúpida promesa de no tocarlo. Él seguía besándome con urgencia, succionando mis labios. Estaba a punto de apoyar mis manos en su nuca para apretarlo más a mí, ya quería sacar toda la condenada ropa que estorbaba, cuando tocan a la puerta, haciendo que el deseo se vaya a la m****a y recordándome que no tenía que tocarlo.
—Largo —gruñe.
—Hay que irnos —habla Ian del otro lado de la puerta.
—Tranquilo, chico, de todas formas no iba a pasar nada —digo, palmeando su brazo; él maldice y gruñe, haciendo que me ría estruendosa-mente. Me dirijo hacia la puerta y me doy cuenta de que no me sigue. Me doy vuelta, y veo que está sentado en el borde de la cama—. ¿Vienes? —pregunto, finciendo inocencia.
—En unos minutos —ruge. Es muy sexy enojado y frustrado.
—¿Por qué? —Sé el porqué, pero juego con su irritación.
—Porque no puedo salir así, estoy tan duro que duele —contesta, haciendo más intensa mi risa.
—¿Y Alex? —pregunta Lucas al verme llegar sola.
—Calmando su genio.
—Lo pusiste duro y te fuiste, ¿verdad? Dios, eres mala —Ríe Ian.
—Se está vengando —comenta Gaby muy cantarín.
—Todavía me falta otro —Miro de reojo a Lucas, que se hace el desentendido, como era de esperar.
—Estas son las razones por las que solo las dejo llegar a mi cama —expresa Ian.
—Ya te va a tocar una mujer que va a llegar a tu corazón y te va a volver loco, solo espero estar para verlo —esbozo sonriendo.
—Eso no va a pasar —asevera.
—Sí va a pasar, y yo lo voy a disfrutar —Froto mis manos burlándome, para provocarlo.
—Por Dios, tu maldad no tiene límites.
—Ya están? —pregunta Alex, asomándose.
—Y tú, ¿ya estás? Digo, ¿está todo controlado? —indaga el rubio, divirtiéndose, haciendo señas al miembro de Alex.
—Idiota.
—Bien, entonces, llegan ustedes y, luego de tener una localización de Christopher, llegamos nosotros; Vamos a sentarnos lo más cerca posible, para escucharlos, y ayudarte si algo sale mal —manda Lucas.
—Qué organizado, amigo —se burla Gaby.
—Al menos soy el único que se toma esto en serio —murmura, molesto.
Sé que le molesta lidiar conmigo, pero no puedo quedarme aquí sin hacer nada; Además, Dany tiene que saber que ya estoy cerca, para tenerlo tranquilo y que no le haga daño a Aye. Dios, no permitas que le pongas un dedo encima. Me siento muy inútil por no saber dónde y cómo está. Tengo que encontrar la forma de, aunque sea, saber cómo se encuentra.
—Ok, vámonos, tengo hambre —enuncia Ian con diversión.
Todos asentimos y salimos del apartamento, rumbo al restaurante de Christopher. Que todo salga bien, es lo único que pido en este momento.