Capítulo 65-Alex

—Me lo imaginaba. —No me esperaba que dijera eso—. Cuando conocí a tu padre, yo estaba sola y no tenía mucho por lo que quedarme en mi país, entonces me vine a vivir aquí con él; no me arrepiento de hacerlo, fui y soy muy feliz con tu padre, y me dio todo lo que podía llegar a querer, y lo que no podía llegar a querer también —sonríe al recordar—; por eso supe que ella no iba a dejar su país, sé que tiene a su familia, a sus amigos que son como su familia y, lo más importante, tiene a su hija. Estoy muy contenta de haber tomado esta decisión, y estoy muy feliz por ustedes. Además, voy a tener una linda excusa para volver a Argentina —nos dice con plena sinceridad.

—Gracias, madre. —Ella nunca deja de sorprenderme, siempre tan abierta a todo lo implicado con el amor y el romanticismo.

—Entonces, Alex, ¿vas a vivir con nosotras? Porque, como eres el novio de mi mamá, tienes que vivir con nosotras, ¿no? —demanda Aye, con su mirada fija en mí.

-Si. ¿Te gusta la idea? —le pregunto.

—Sí, me gusta más que ese Batman —expresa.

-¿Ordenanza? —repito, confundido

—Quiso decir barman —explica Lina.

—¿Qué barman? —pregunto, ahora no tan confundido.

—Después te explico —exclama, restándole importancia.

—Entonces, ¿se van mañana? —interviene mi madre.

—Sí, madre —contesto y asiento con la cabeza.

—Bien; cuando estén instalados, me van a avisar, así los voy a visitar —expresa, con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

—Por supuesto que sí —se adelanta a decir Lina.

Salimos de la casa de mi madre y, ya en el auto, no podía dejar de pensar en lo que dijo Aye sobre ese tal barman; seguro es la persona con la que sale, o mejor dicho salía, porque ahora está conmigo y no pienso dejarla escapar. Erik me dijo que estaba con un tipo, creo que tanto ella como yo no nos dimos cuenta que había alguien más, aparte de Rachel y el padre de la niña. Creo que tendríamos que tener esa conversación, no sé por qué me pone tan nervioso.

—Lina? —llamo su atención.

-¿Si?

—El barman es... —ella no deja que continúe esa frase.

—Sí —suspira—. Lo siento, tendría que habertelo dicho; pero, para ser sincera, me olvidé de él por completo. —No me quites los ojos de mí, por eso es que estoy tan seguro de que está diciéndome la verdad.

—Está bien, no te preocupes.

—Wow, qué compresivo —ironiza.

—Lo sé —entono, siguiendo su juego.

—En serio, cuando llegue voy a tener que hablar con él, no hice las cosas bien; por más que los sentimientos fueron diferentes, de alguna manera lo traicioné.

—Ok, cuando llegues hablas con él como tiene que ser, ¿sí? —La miro para que asintiera si había entendido, cuando lo hace continuo—. Bien, ahora vamos a mi casa, tengo que hacer las maletas; Erik me escribió y nos van a encontrar allí —le comentario.

—Tienes todo planeado —segura sonriendo.

Entramos los tres a mi apartamento, les sirvo algo de tomar y con Lina nos dirigimos a mi cuarto, a buscar mis cosas, mientras Aye ve televisión en la sala.

En cuanto entramos cierro la puerta a mi espalda, arrincono a Lina contra la pared y el beso con fuerza, llevando mi mano a su nuca y atrayéndola más a mí con mi otra mano puesta en su cadera; con mi cuerpo el aprieto contra la pared, me pego lo más que puedo a ella, no dejando que ni siquiera el maldito aire se interponga entre nosotros.

—Todo el día quise hacerlo —murmuro contra sus labios con la respiración acelerada.

—Me alegra que no hayas tardado más.

—No creo que haya podido.

Vuelvo a besarla sin ninguna intención de dejar de hacerlo, pero todo no se puede en la vida. El llamado a la puerta fue el culpable de que me hiciera a un lado. No llego a abrila, se abre antes.

—Hola, pequeña limoncita —saluda Erik a la niña.

—Hola, Erik. ¿Saben adónde fuimos hoy? —les dice a la pareja recién llegada conforme él la levanta del suelo.

—¿A dónde? —pregunta, besándole la mejilla.

—A casa de la mamá de Alex—responde.

-¿Si? ¿Viste qué buena es la mamá de Alex?

—Sí, es rebuena, ¿sabías que es de Argentina, como nosotras? —cuenta.

—Sí, lo sabía —asiente mi amigo.

—Y nos va a ir a visitar a mi casa, ahora que Alex va a venir con nosotras. ¿Tú también vienes? —cambia rápido de tema, no tiene problema, mientras sigue parloteando.

—Sí, yo también voy con ustedes; solo unos días, ya sabes eso—le informa.

Erik posa su mirada en Lina y ella lo saluda.

—Hola.

—Me alegra verte, Lina.

En ese momento vuelve a interrumpir la puerta, Erik se gira para abrir y es Ian el que llega.

—¿Están de fiesta y no me invitaron? —Hace una de sus extrañas y llamativas entradas.

—No hace falta, te invitas solo —replica Erik.

—Señoritas —saluda haciendo una alabanza hacia las mujeres.

—Mantente lejos de ellas —escupe Erik.

—Solo saludo —masculla Ian, y se acerca a Aye—. Hola, soy Ian, ¿y tú?

¿No les conté? Su debilidad son los niños; al chico malo lo pueden los niños. Ajenos, obviamente.

—Hola, soy Ayelén —contesta.

—Hermoso nombre. —Le sonríe mostrando su dentadura blanca y Aye le devuelve la sonrisa—. Hola Solé. ¿Cómo estás?

—Bien, Ian y, ¿tú? —le responde sonriendo. Ian le toma la mano para besarla.

—Muy bien —contesta alegremente. Claramente, solo quiere cabrear a Erik.

—Basta, hombre —Erik le pega en la mano a Ian para que suelte a su chica.

—Solo saludo —entona elevando sus hombros.

—Ian, ella es Lina —llamo su atención antes que saquen las garras. Ian mira a Lina y le sonríe con su sonrisa seductora, de atrapa chicas.

—Oh, la chica quita aliento —la reconoce, acercándose a ella.

—Ian —le advierto.

—La chica quita aliento —repite ella frunciendo la boca, pensando—. He escuchado muchas cosas de parte de hombres, pero ninguna exclamación como esa —concluye.

—Eso porque yo tengo las mejores exclamaciones —afirma. ¿A caso está coqueteando con ella?

—Seguro pasas mucho tiempo con chicas —adivina Lina. ¿Ella también está coqueteando?

—¿Por qué piensas eso?

—Porque esa clase de exclamaciones las hacen las chicas; ya sabes "ese chico quita el aliento", "ese chico quita el sueño", "ese chico quita la respiración"... ¿Captas? —Amo esa lengua viperina.

Erik no puede dejar de reír, yo sonrío orgulloso de esta mujer. Los encantos de Ian no pueden con ella.

—Bueno, Ian, creo que ella te descubrió —interviene Erik.

—Mi más sentido pésame, Alex, tienes una mujer que te va a dar guerra —Se compadece de mí palmeándome el hombro.

—Eso ya lo sé—replico orgulloso.

—Así que te vas? —me pregunta.

—Sí, pero voy a venir de vez en cuando; la empresa está aquí, y además puedes ir a visitarme también.

—Por supuesto que sí, y más si la chica quita aliento tiene más de esas teorías feministas —le dedica una mirada a Lina y ella le sonríe.

—Obvio, tengo teorías de varios temas diferentes, no solo feministas —contraataca.

—Me gustaría escucharlas —replica mi primo.

—Cuando gustes —entona Lina. A ella le va a encantar darle lecciones a mi primo.

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