Capítulo 28-Alex

Hace tres horas que me fui de la habitación de Lina, y no puedo dejar de decirme que soy un idiota. ¿Cómo dije eso? Lo repasé muchas veces en mi cabeza, y más cuando le contaba a Erik lo sucedido, me hizo ver que actúe sin pensar; Ahora piensa que soy un imbécil, y tiene toda la razón. Estoy perdido... Necesito un whisky.

Después de horas de maldecirme, de terminar toda una botella de whisky y de hacer m****a este lugar, estoy tirado en el suelo sin poder levantarme; doy lástima. Si Lina me viera así, me golpearía, joder; Yo quiero golpearme. Maldita mar Lina. ¿Qué m****a me hiciste? Nunca estuve así por culpa de una mujer, y ahora lo estoy, por tu culpa, maldita sea... ¿A quién engaño?, es todo mi culpa. Soy una tremenda idiota. Esto no debería ser así. ¿Qué m****a me pasó?

Siento que dicen mi nombre y me sacuden, no sé qué hora es, pero yo no hago caso; me doy vuelta y sigo durmiendo. Entonces, siento como si me sumergiera en un río.

—¡¿Qué m****a?! —grazno rabioso conforme me siento en el suelo y veo a Erik con un vaso de agua en la mano.

— ¿Qué pasa con ustedes? ¿Se pusieron de acuerdo para embriagarse? —dice con el ceño fruncido; la verdad, ni idea de lo que habla.

—¿Quién hijo "ustedes"? —pregunto, todavía afectado por el sueño y el alcohol.

—No importa. ¿Qué pasó aquí? ¿Otro huracán? —me interroga, y sigo sin entender lo que dice.

—Erik, vete y déjame seguir durmiendo —le gruño.

—No me iré, no antes de que me digas qué te pasa —espeta.

—No me pasa nada, solo tengo sueño —mascullo, golpeando con mi mano el suelo.

—No me vengas con eso Alex, estás ebrio, la habitación parece que fue saqueada y estabas durmiendo en el piso como si fueras un perro; de aquí no me voy hasta que hables conmigo —se cruzas de brazos—. Yo que tú, empiezo ahora —remata, apoyándose en el quicio de la puerta. Miro a mi alrededor y me doy cuenta que estoy en el suelo del baño. ¿Cómo m****a llega aquí? ¿Y qué m****a hago aquí?

—¿Qué quieres que te diga? —mascullo, resignado.

—Hermano, ¿por qué estás así? ¿Es por Lina? —indaga, y yo suspiro.

—Sí, es por ella —meneo la cabeza negativamente—. ¿Se puede estar loco por una persona que tan solo conoces hace una semana y media? —sonrío por lo absurdo de mi pregunta.

—Se puede estar loco por una persona conociéndola tan solo en un día —se corre de la puerta—... Así que, todo esto es por Lina, ¿verdad? —pregunta, señalando el desastre en la habitación.

—Sí, es por ella —vuelvo a golpear el suelo—; Lo hice todo mal, hermano. Y lo peor de todo, es que estoy loco por esa mujer —confieso.

—Ven —estira su mano—, vayamos a hablar en el sofá como la gente normal, y no aquí tirado en el suelo, como si esto fuera una sesión de sadomasoquismo —declara, agarrando mi brazo para ayudar a poner de pie.

No le cuesta demasiado levantarme, y eso que yo no ayudo mucho en este estado. Logramos llegar al sofá sin ningún problema, me sienta en él y apoyo los codos en mis rodillas con la cabeza hacia abajo; él, aparece a los minutos con un vaso de agua.

—Bebiste mucho, diez centavos en qué pensabas —curiosoa sentándose a mi lado.

—En Lina pensaba; en ella pienso, en lo idiota que fui pienso —respiro profundamente—. Te juro que no sé qué me pasó, todavía no lo entiendo —admito.

—Lo sé, hermano, lo sé; pero no hace bien que hagas esto, podrías hacerte daño —me aconseja palmeándome la espalda.

—Sí, ya sé; es solo que no sé qué más hacer, no encuentro salida a todo esto —digo resignado y con ganas de golpearme; peor no pueden ir las cosas.

—¿Cómo que no sabes qué hacer? Tienes que hablar con ella, pedirle perdón, y no guardarte nada de lo que piensas o sientes por ella —expone, mirándome fijamente.

-Perder; pero me siento como un cobarde, no encuentro las palabras. Estuve toda la noche tratando de reunir coraje y formar una oración coherente, y todavía no tengo nada —comento con la mirada perdida en el suelo.

—Solo dile lo que sientes, lo que ella hace contigo, y pídele perdón —se calla por unos segundos—. No es tan difícil como parece.

—Es que para mí sí es muy difícil; repasé mil veces desde que salí de su habitación, lo que le dije, y cómo me terminó golpeando —declaro mofando.

—No me habías contado que te había golpeado.

—Sí, pues así fue; me actuó y bastante duro —reconozco.

—Espera. ¿Te hizo una llave o algo así? —pregunta, bastante seria pero divertida; sé que por dentro se está riendo. Se está cagando de risa con solo imaginarse a Lina darme una paliza, que bien merecida tenía.

—No hizo nada de eso —respondió.

—Sabe artes marciales, no me digas que no hizo nada de eso —azuza.

—Pues te equivocas, hermano; ella me golpeo como lo haría cualquier chica normal, con su mano abierta. Aunque fue bastante fuerte su golpe, tiene la mano pesada.

—Bueno, entonces tienes suerte, ya que solo fue una bofetada, y más sabiendo que puedes matarte con solo un dedo —esta vez se ríe sin tratar de ocultar la gracia que le da.

—De todas formas, no puedo hacer nada ya; cuanto más lo pienso, más quiero otra botella de whisky —expreso, ofuscado.

—No vas a hacer eso, ya tomaste demasiado —acusa y suspira—. ¿Por qué no le pides perdón y terminas con el drama? —emite, cansado de escuchar mi estupidez—. ¿Por qué tanta negatividad?, vamos, si le explicas bien todo, te va a perdonar —No sé a quién trata de convencer, si a mí oa él mismo.

—Erik, ella no da segundas oportunidades, jamás me perdonará; no viste cómo se puso. Como una leona, sacó las garras para defender a su hija...—niego con la cabeza al recordar—. ¿Sabes lo que quise hacer en ese momento?

—No. Dime.

—Quise abrazarla, rodearla con mis brazos, muy fuerte, para decirle y hacerle entender que no estaba sola, que no quise decir lo que dije, que la quería, que la quiero con su hija, que la querría aunque tuviera cinco hijos. Pero fui un cobarde; me dijo que me fuera, y yo solo me di la vuelta y me fui. No luché —le confieso.

—Yo pienso que te perdonaría si le hablaras —Él no la conoce; si lo hiciera, creo que sería peor que yo.

—En serio, Erik, ¿tú piensas que Lina, la mujer más terca, desesperante, testadura y loca, me perdonaría? —no estoy tan seguro de eso, quizás yo no soy tan importante para ella, como ella «no sé por qué mierda», lo llegó a ser para mí en tan poco tiempo.

—Sí, lo sé, en eso tienes razón; Sería difícil... pero no imposible. De todas maneras, como te dije, si antes no te tocó como sabe, es porque algo le pasa contigo —razona, yo creo que sabe algo más.

—¿Cómo hago? —pregunto, buscando un consejo.

—Bueno, saca tus encantos. Ya sé, no tienes mi cuerpo escultural, ni este asombroso rostro, ni estos brillantes ojos... tampoco mi encanto —lo miro de mala manera, para que corte el rollo narcisista—. Pero esa chica vio algo en ti, así que capaz de funcionar solo con tu mini encanto —entona sonriendo, y yo ruedo los ojos casi como lo haría Lina, si estuviera aquí.

—La viste? —muero por verla.

-Si.

—¿Cómo está? ¿Está bien? ¿Sigue enfadada? Seguro que sigue enfada, qué idiota; es de Lina de quien hablo, debe estar furiosa —suelto mi verborragia, mientras me agarro la cabeza.

—Está bien; no sé si furiosa o qué, no hable con ella. Cuando llegamos estaba dormida —habla con una mirada rara; Lo conozco, algo no está bien.

—Mientes; dime cómo está... No; mejor, yo voy a ver como está, ya disculparme —anuncio levantándome, o tratando de levantarme, ya que Erik me agarró del brazo y no me dejó mover.

—A dónde vas a ir? Hombre, son las cinco de la madrugada; por lo poco que sé de ella, no le gusta que la despierten temprano. Como no te toca como deberías, ¿estás buscando que ahora sí lo haga? —conforme él habla, a mí se me forma una sonrisa al recordar cuando la pasé a buscar a las siete de la mañana y ella dijo que era de madrugada; Estaba con su mini-pijama y, cuando se dio cuenta de cómo iba vestida, se sonrojó. Pero no hizo nada para taparse, solo para desafiarme; mujer terca, Dios... maldita mujer testadura. ¿Qué hiciste conmigo?—. ¿Alex? Oye, ¿estás soñando despierto?

—¿Qué? —sacudo la cabeza para ordenar mis ideas—. No, estaba pensando en que tienes razón, si voy a esta hora me va a usar como bolsa de arena; mejor me voy a dormir, y voy a una hora en que sé que no se va a enojar más de lo que debe estar —le digo, mientras me levanto para ir a la cama.

—Sí, va a ser lo mejor —entona, suspirando aliviado.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP