Nosotros salimos unos minutos después, cruzamos las puertas de la cafetería para salir al exterior y vemos a Erik bajar del auto, y otra vez tuve que sostener la mandíbula de Sole.
—Wow... Qué maravilla de auto —expresa, asombrada.
—Es un Aston —le informo, como si no fuera gran cosa.
Era obvio que tenía que tener un gran auto, el niño de papi.
—Bien; la pelirroja va atrás conmigo —demanda Erik, abriendo la puerta trasera para Sole.
—Ok —concuerda Alex, mientras abre la puerta para mí.
—Veo que no eres el único mandón —le digo, mientras subo.
—En este auto, ya somos tres —me guiña un ojo y luego cierra la puerta, dejándome con la boca abierta sin poder retrucarle absolutamente nada.
—Y bien, ¿por qué están en Múnich, trabajo o placer? —quiere saber Erik.
—Placer —contestamos al unísono.
—Para Lina, todo es placer —prosigue Sole, echándome tierra.
—Eso me gusta —murmura Alex, mirándome de reojo.
—Sí, trata de hacer lo que le gusta —aclara mi amiga.
—Eso está muy bien, Lina; Apuesto que