Nosotros salimos unos minutos después, cruzamos las puertas de la cafetería para salir al exterior y vemos a Erik bajar del auto, y otra vez tuve que sostener la mandíbula de Sole.
—Wow... Qué maravilla de auto —expresa, asombrada.
—Es un Aston —le informo, como si no fuera gran cosa.
Era obvio que tenía que tener un gran auto, el niño de papi.
—Bien; la pelirroja va atrás conmigo —demanda Erik, abriendo la puerta trasera para Sole.
—Ok —concuerda Alex, mientras abre la puerta para mí.
—Veo que no eres el único mandón —le digo, mientras subo.
—En este auto, ya somos tres —me guiña un ojo y luego cierra la puerta, dejándome con la boca abierta sin poder retrucarle absolutamente nada.
—Y bien, ¿por qué están en Múnich, trabajo o placer? —quiere saber Erik.
—Placer —contestamos al unísono.
—Para Lina, todo es placer —prosigue Sole, echándome tierra.
—Eso me gusta —murmura Alex, mirándome de reojo.
—Sí, trata de hacer lo que le gusta —aclara mi amiga.
—Eso está muy bien, Lina; Apuesto que sabes cómo disfrutar de la vida —entona Erik.
—Eso trato —respondo; No quiero seguir por ese camino.
—¿Y ha tenido éxito hasta ahora? —indaga Alex, desviando la mirada del camino para darme su "linda sonrisa provocadora".
—Hasta ahora —contesto, devolviéndole la sonrisa y vuelve la mirada al camino; Creo que no le gustó mucho mi contestación, punto para mí.
— ¿Llegamos? —curiosoa Sole cuando nos detenemos.
—Así es, pelirroja —le confirma Erik, con su tierna sonrisa.
Él baja del auto y corre a abrirle la puerta; todo un caballero del siglo XV. Sin querer sonrío ante la acción; en Argentina ya no te abren las puertas de ningún lado. Bueno, excepto las del hotel, cuando saben que te van a llevar a la cama.
Alex baja e imita a Erik, no lo puedo creer; con Sole cruzamos una mirada y sé que ella tampoco lo puede creer. Solo es un personaje, me digo a mi misma; Esto no es un hotel, pero sí está claro que lo hacen para llevarnos a la cama.
—Chicas, les presento Isator —exclama Alex, haciendo alabanza a la puerta cuando llegamos a ella.
—¿Por qué ese nombre? —se interesa Sole.
—Por el río Isar —hablo.
—Así es; se construyó para defender la ciudad por el lado del río —asiente Alex.
—¿Qué son esas figuras? —interroga nuevamente a Sole, señalando la puerta; Nunca la vi tan interesada por algo histórico. Es una zorra buscona.
—Son frescos, creados en 1835 por Bernhard von Neher —le indica Erik.
—Son figuras que expresan el regreso victorioso del emperador Luis IV, después de la batalla de Muhldorf en 1822 —termino relatándole.
—Sabes la historia —expresa Alex.
-Si; Tuve que hacer un trabajo sobre el emperador en la secundaria.
—Bueno, la cosa es que adentro posee el museo Karl Valentín; También se encuentran los rastros de lo que fue el Isartortheater, destruido durante la segunda Guerra Mundial —nos cuenta Erik.
—Todo es guerra; no me gusta eso —expresa Sole, negando con la cabeza.
—Antes era así como se hacían las cosas, era su forma de ser "diplomáticos" —manifiesta Alex entre comillas.
—Creo que carecían de diplomacia.
—Van tres —susurra Alex en mi oído. Buenísimo, en algo más que estamos de acuerdo; esto se pone cada vez mejor.
—Bien. Podemos caminar cerca del río, si queremos —propone Erik.
—No, tenemos que regresar —me apuro a decir.
—Vamos, Lina, no tenemos nada que hacer; sin mares amargada —refuta Sole.
—No soy amargada —me defendiendo, aunque no sirve de nada en este momento.
—No lo parece —canturrea ella.
—Único —advierto.
—Por fa; una vez que quiero caminar, no quieres —lloriquea y mueve sus largas pestañas. Maldita manipuladora, solo quiere caminar por Erik.
—Bien, bien, da igual —me encojo de hombros, y nos disponemos a caminar hacia el río.
—¿Por qué me quieres evadir? —cuestiona Alex en voz baja en mi oído, mientras caminamos.
—No lo hago.
—Sí lo haces —replica.
—Como digas.
—¿No te gusto? —quiere saber, con una mano en el pecho y cargando la cabeza finciendo tristeza; Yo lo miro boquiabierta, estaba claro que era una pregunta retórica. Después Sole dice que soy yo la ególatra; si lo escuchara.
—No me gustas —le aseguro.
—Yo creo que sí te gusto —entona con arrogancia y suficiencia.
Las ganas de golpearlo volvieron a recorrer mi cuerpo.
—¿Y qué te hace creer eso? —inquiero, cuestionando su seguridad.
—Por la forma en que me miras.
Casi me atraganto con mi propia saliva. ¿Por la forma en que lo miro? ¿Cómo m****a lo miro? Acaso me babeé y no me di cuenta.
—No te miro de ninguna forma.
Se da la vuelta, poniéndose delante de mí; Está muy cerca, su nariz rosa la mía, respirando el mismo aire que yo. Puedo sentir su aliento caliente mezclándose con el mío. Y sí: voy a terminar babeando si sigue a esta maldita distancia.
— ¿Estás seguro? —cuestiona, elevando una ceja, y con su media sonrisa. Por todos los ángeles caídos, seguimos tan cerca, y sigo sintiendo su aliento caliente y mentolado sobre mi boca.
—Tan seguro ¿estás de que me gustas?
—Ya que estamos aquí, y así —señala la poca distancia entre nosotros—, podríamos hacer una prueba —murmura.
—Si necesitas una prueba, quiere decir que no estás tan seguro como dices —refuto con media sonrisa, saboreando mi victoria y sintiéndome más segura.
—La prueba es para ti —replica, rozando sus labios con los míos.
Sí, saboreé muy mal mi victoria. Mi falsa victoria. Cuando está a punto de besarme se escucha la voz de Sole, gritando y corriendo hacia nosotros.
—Lina, Erik dice que quiere llevarnos a ver como hacer surf —habla, mientras seguimos en la misma milésima distancia, mirándonos a los ojos, y él con una linda sonrisa de "saboreando la victoria". Sí, mi victoria falsa—. ¿Interrumpo algo? —pregunta al darse cuenta de nuestra proximidad.
—No, nada— respondió, alejándome de Alex.
—Bueno, ¿puedes creer que hacen surf en un río? —emite, como si hubiera descubierto el hilo negro.
—Sí, Solé; es en el río Eisbach —le hago saber.
—Ah, bueno; Estas hechas una friki de Alemania. ¿Sabes de qué río desemboca ese? —pregunta sabiendo la respuesta; Estoy seguro de que Erik ya le comentó.
—De este mismo —entono, señalando el río Isar y sonriendo al ver cómo su rostro se torna más rojo.
—Estás desesperante cuando quieres, eh; no me deja que te sorprenda con nada —vocifera enojada; Me gusta cuando se enoja, porque se convierte en una niña caprichosa y sus mejillas se tornan más coloradas.
—Bueno, podrías sorprenderme por primera vez si surfeas en ese río.
—¿Qué? ¿Estás mal de la cabeza, o por el clima se te congeló la única neurona que tienes?
—Nada de eso, así es como vamos a hacer las cosas —la miro un segundo y levanto una ceja, para que preste atención a lo que iba a decir—: Quieres ir ahí ¿verdad?
—Sí —asiente arrastrando la palabra.
—Bien; entonces, este es el trato...
—¿Con qué vas a salir ahora, Lina? Cuando hablas de hacer tratos y haces esa media sonrisa pícara, es para temerte —expone, interrumpiendo lo que estaba diciendo.
— ¿Vas a dejarme hablar, o vas a seguir especulando? —asiente en silencio con la cabeza, y yo continuo con mi pequeño e inofensivo trato—. Esto es lo que vamos hacer: nosotros vamos a Eisbach, si tú tratas de surfear.
—No sé surfear, me puedo lastimar —brama, medio enojada, medio con miedo.
—Dije que tratarás, no que te metieras a una ola de lleno —declaro, sonriendo por la expresión de su cara.
—En realidad, Sole, no son muy grandes —la reconforta Erik; luego me dirige la mirada—. ¿Y podría valer que esté sobre una tabla en el agua? —pregunta, tratando de ser su tabla salvación de Sole.
—Claro que vale; sé que no va a convertirse en Slats en dos minutos.
—¿Quién carajos es Slats? —cuestiona Sole, ofuscada por no saber de lo que hablo.
—Kelly Slates es el mejor surfista del mundo —aclara Alex.
—Yo solo quiero verte en el traje de neo sobre una tabla —hablo con inocencia fingida.
—Yo también quiero verla así —entona Erik con voz seductora, y dedicándole una mirada que de seguro a ella le puso la piel de gallina.
—Bien, voy a meterme en ese bendito río y con ese espantoso traje —masculla resignada.
—Vamos entonces; primero tenemos que pasar a buscar la ropa adecuada —anuncia Erik, aplaudiendo y adelantándose.
—Eres un demonio —susurra Alex en mi oído.
—Ya no soy más un ángel? — le digo haciendo morritos.
—Erik la va a pasar muy bien —comenta mirando en su dirección.
—Todos la vamos a pasar muy bien, ¿no te parece? —sí, sé que lo estoy provocando; pero no me gustó nada que ganó hace unos minutos atrás.
—Mitad ángel, mitad demonio —entona riendo.
Negando en silencio con la cabeza y sonriendo, avanzamos hacia el auto; Vamos a ver cómo se las arregla Sole con este desafío y que tan buen instructor es Erik. Ella va a estar muy agradecida conmigo por instar a que esté sobre y bajo el agua, con él a su lado.