—Deja de mirarme—le advierto sin abrir los ojos. Me acomoda un mechón de pelo detrás de mí oreja—. ¿Dormí mucho? —pregunto, abriendo los párpados despacio.
—No —Me besa la frente.
—¿Qué hora es?
—Las seis de la mañana.
—Tengo que levantarme.
—¿Tan temprano?
—Sí, tengo que irme antes que se despierte mi hija; Además, hoy le entregan las últimas cosas a Lucas de su padre y quiero acompañarlo, y con eso seguramente mañana nos vayamos —le explico vagamente.
—Entiendo —dice pensativo.
— ¿Qué pasa? —cuestiono al notar que quiere decir algo, pero no sabe cómo abordar.
—¿Me acompañas a la casa de mi madre? —pregunta suavemente.
—¿Qué? —Debía hacer esa estúpida pregunta, para asegurarme de que escuché bien.
—Quiero que mi madre te conozca, ella tiene que saber quién es la mujer por la que voy a dejar el país.
— ¿De verdad vendrás conmigo?
—Sí, te lo dije anoche, iría contigo hasta el fin del mundo —asegura, acariciando mi mejilla.
—Alex, ¿estás seguro? ¿Eso es lo que quieres de verdad?
—Sí, e