Solté una risa.
—¿El hombre de la Luna? —Pregunté, provocando que él sonriera.
—Sí, la historia que todos nuestros padres nos contaban para mantenernos en cama por las noches, antes de que supiéramos cómo transformarnos. ¿Quieres escucharla?
—Oh, por supuesto que quiero escuchar esa historia. —Respondí con una sonrisa. Él se rio también.
—Está bien. Vamos a casa y llamaré a los chicos, Dallas es el mejor contándola. —Dijo, luego me acompañó de regreso, sin soltarme en ningún momento, manteniéndome cálida bajo su brazo todo el camino.
Le eché un vistazo de reojo, era realmente hermoso; desde la forma en que sus ojos brillaban bajo la luz de la Luna, cómo se movía su barbilla al sonreír, cómo jugaba el viento con su cabello de forma tan perfecta… hasta podría pasar por un dios. Todo en él gritaba perfección, y me quería a mí. No me había dado cuenta de que se sentía así hasta que me lo dijo, ni antes ni ahora. ¿Lo sabría Dallas? ¿Sería por eso que se esforzó tanto en integrarme al grupo?