Me desperté envuelta en el aroma de Liam; supuse que me habían llevado a su habitación para descansar. Cuando abrí los ojos, estaba allí, rodeándome fuertemente con sus brazos. Lo miré dormir plácidamente. No quería despertarlo, aunque realmente tenía que ir al baño.
Intenté escapar despacio, pero él me apretó más contra sí. Por un segundo quise quedarme ahí y respirar su aroma relajante, pero de verdad necesitaba ir.
—Liam, tengo que ir al baño. —Susurré, y él rio dejándome en libertad.
Cuando salí, él estaba sentado en la orilla de la cama. Sentí frío sin su calor y me abracé a mí misma.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente esta vez? —Pregunté.
Él me miró con tristeza. —Seis horas. Ponte una sudadera de mi clóset y bajemos a ver a los niños. Están preocupados por ti.
Suspiré, porque estaba segura de que así era, sobre todo ahora que sabían que estaba enferma.
Entré a su armario y tomé una sudadera negra doblada en un estante alto. Al bajarla, una caja cayó al suelo. Me apresuré a