El eco de los disparos retumbaba en los pasillos de la mansión como un trueno metálico. Blair corría a un costado de Curus, agachada, con la respiración agitada. El humo comenzaba a expandirse desde la planta baja, y por un instante, el escenario le resultó demasiado familiar: fuego, caos, gritos. Pero esta vez no había uniforme que la protegiera.

Estaba de más de ir que se encontraban en peligro, uno en donde ellos debían ser audaces para escapar y no morir en el intento.

—¡Por aquí! —gritó Cyrus, jalándola hacia una escalera secundaria.

Un guardia cayó a pocos metros, alcanzado por una bala perdida. Blair se detuvo instintivamente, inclinándose hacia él. Algo me gritaba en su interior que debían ayudarlo.

—¡Está vivo! Tenemos que sacarlo.

—¡No! —Cyrus la sujetó con fuerza—. No podemos quedarnos.

La mirada de ella se encendió con rabia.

—¿Y dejarlo aquí, como si fuera una basura?

—Blair, escucha. —él bajó la voz, con urgencia en los ojos—. Si te quedas, te matarán a ti tambi