Capítulo 7.- Enemigo invisible.
El rugido de las sirenas volvió a desgarrar la noche. Blair, al volante del camión, lo apretaba con fuerza mientras el corazón le latía con un presentimiento oscuro. El aviso de emergencia había llegado demasiado rápido, demasiado cerca del último siniestro.
—¿Otra torre de Cross? —preguntó Ramírez desde el asiento del copiloto, con incredulidad.
—Sí —respondió ella, con la mandíbula tensa—. El edificio Foster y no es el edificio en su lo que me preocupa, son las personas porque en ese lugar hay una guardería para los hijos de los empleados.
El silencio dentro del vehículo fue pesado. No era coincidencia. Nadie lo decía en voz alta, pero todos lo sabían: alguien estaba enviando un mensaje al magnate fina cuero y lo hacía de la manera más despiadada.
Cuando llegaron, las llamas aún eran jóvenes, pero voraces. Emergían de los pisos bajos como una bestia recién liberada. Decenas de empleados corrían fuera del edificio, algunos tosiendo, otros en shock y algunos con pequeños en brazos