Capítulo 34.- Contraataque.
Blair despertó sobresaltada. El móvil vibraba sobre la mesita de noche con insistencia. Extendió la mano todavía somnolienta y lo tomó. Al principio pensó que era un error: un número desconocido, sin nombre ni registro. Dudó un instante, pero al deslizar la pantalla, lo vio.
Un mensaje breve, pero tan punzante como un cuchillo:
“¿Le contaste ya que sus manos temblaron cuando el humo de su torre casi te consume?
Yo lo vi.
B.”
Blair se sentó de golpe, con la respiración agitada. El teléfono temblaba entre sus dedos. La escena que evocaba Balmaseda era real: aquella noche, entre llamas y humo, había sentido miedo, y sí, sus manos habían temblado cuando sacó a la última víctima del edificio. Nadie más podía saberlo… salvo Cyrus, que la había mirado desde la acera con esos ojos que la atravesaban todo.
¿Cómo lo sabía Balmaseda?
El crujido de la puerta la sacó de su trance. Cyrus entró, impecable como siempre, con una camisa blanca y la corbata desanudada alrededor del cuello. Traía en la