Capítulo 28.- Sombras y verdades.
El vehículo se detuvo frente a un edificio discreto, lejos del lujo de los rascacielos y de la opulencia que solía rodear a Cyrus. La fachada era sobria, casi anónima, como si el lugar existiera solo para ser invisible. Sin decir palabra, él bajó primero, extendió la mano a Blair y la ayudó a descender.
Entraron en silencio. El portero los saludó con un gesto casi militar, y pronto estuvieron en un ascensor estrecho que subía lento, con un zumbido grave que llenaba el vacío entre ellos. Blair no soportaba más el silencio.
—Cyrus… —su voz era un susurro, cargado de dolor—. ¿De verdad lo hiciste? ¿De verdad entregaste Lenox por mí?
Él la miró de reojo, sus ojos oscuros como un pozo sin fondo. Durante unos segundos, no hubo respuesta. Luego, con una calma que la desconcertó aún más, murmuró:
—Lo único que importa es que estás aquí. Conmigo.
Blair apretó los labios, frustrada. No quería gratitud disfrazada de silencio. Quería la verdad.
Cuando llegaron al piso más alto, Cyrus abrió la pu