Salvatore Gianluca
Estábamos a punto de llegar a la ciudad donde se encontraba Roxanne cuando mi teléfono sonó de nuevo. Era mi hombre. No perdí ni un segundo en responder, pero al escuchar su voz, supe de inmediato que algo andaba mal.
—Mason, estamos cerca.
—Señor… —Su voz temblaba, cargada de un nerviosismo palpable. Mason guardó silencio por un momento, y ese intervalo hizo que mi corazón se acelerara.
—¿Qué pasa, Mason?
—Señor, acaba de ocurrir una tragedia en la casa de la señorita Meyers. Los bomberos llegaron aquí… La casa está en llamas, completamente envuelta. No sé qué sucedió. Ella estaba en el jardín, pero, de repente, la casa… la casa comenzó a arder ferozmente.
Un mareo profundo me golpeó al escuchar sus palabras. Era tan impactante lo que decía que por un momento sentí que iba a desmayarme. La presión se me desplomó, y todo a mi alrededor se volvió borroso. ¿Quién diablos le hizo esto a Roxanne?
Colgué la llamada sin esperar que Mason dijera una sola palabra más y golpe