Un divino atardecer.
Continuación:
—No, Daniela. No sabía nada de todo esto. Si hubiera sabido, te habría ayudado. Cuando llegué con el bebé a mi casa, mi papá me echó y tuve que vender mi celular, por lo que me quedé incomunicada durante meses.
Daniela asintió antes de continuar:
—Logré escapar a Tailandia. Cambié mi nombre y mi aspecto. Con el tiempo, fui capaz de construir una nueva vida, aunque siempre vivía con el temor de que me encontrara.
Aylin se acercó a su amiga, la rodeó con sus brazos y la apretó contra su pecho.
— Shhh, está bien, Daniela. Lo entendemos — susurró en su oído, acariciando su cabello suavemente.
— No puedo creer que hayas pasado por todo esto — murmuró Damián con voz entrecortada.
— Pero, ¿por qué no volviste a comprobar si Darío mentía? No puede ser que no me hayas visto ni siquiera en internet. Han surgido varias noticias sobre mí en estos años.
— ¿Volver? Cuando vivía creyendo que un día Darío llegaría a mi casa y me mataría… ¿Sabes todas las pesadillas que tuve? Y si estand