MILA
Su altura es imponente, y su presencia es como un golpe de efecto. Su cabello rubio es como un halo de fuego que rodea su rostro, y sus ojos son como dos pedazos de hielo que me miran con una intensidad que me hace sentir incómoda. Su mirada es feroz, como si estuviera dispuesta a devorarme en cualquier momento.
Está vestida de rojo, un color que parece ser su seña de identidad. El traje rojo que lleva es ajustado a su cuerpo, y resalta sus curvas de manera provocativa. Su figura es esbelta y atlética, como si se mantuviera en forma mediante una rutina de ejercicios intensa. Su piel es suave y luminosa, y su sonrisa es como un cuchillo que me hace sentir vulnerable.
La manera en que me mira es como si me estuviera desafiando, como si me estuviera retando a hacer algo. Su mirada es desafiante, y su actitud es como la de una mujer que no tiene miedo a nada. Es como si fuera una guerrera, lista para luchar por lo que quiere.
—Lo siento mucho—busco por donde irme.
—Un momento—la muje