MILA
—Toma, Alisa, bebe esto —le digo, ofreciéndole una taza de té caliente—. Te ayudará a relajarte.
Alisa me mira con ojos asustados, pero acepta la taza y da un pequeño sorbo.
—Gracias—bebe.
—¿Te sientes mejor? —le pregunto, mientras me coloco detrás de ella frente al tocador.
—Sí... gracias, Mila —responde, con una voz temblorosa.
Comienzo a peinar su cabello con suavidad, intentando calmarla.
—No te preocupes, Alisa. Estás a salvo ahora. Aleksi y tú están protegidos —le digo, intentando tranquilizarla.
—Pero ¿qué pasará si vuelven a encontrarlos? —pregunta, con una mirada asustada.
—Tranquilízate, Alisa —le digo, mientras sigo peinando su cabello—. Sé que Aleksi y Maximiliano no van a dejar que nada te suceda. Ellos te protegerán con su vida.
Alisa me mira con una expresión de agradecimiento y ansiedad, como si estuviera luchando por encontrar consuelo en mis palabras.
—Pero ¿y si no pueden? —pregunta, con una voz temblorosa.
—No pienses en eso —le respondo, intentando calmarla—.