Amanda Grayson heredó todos los millones de su padre adoptivo una vez este desapareció en su avión privado cuando sobrevolaba el océano atlantico y desde ese entonces se ha dedicado a los negocios y a hacer crecer la fortuna de su padre. Sin embargo el hijo legítimo de Andrés Grayson llega para apoderarse de lo que por derecho le pertenece. Amanda no permitirá que un prepotente le quite lo que le ha costado por años así que entre ellos existe una intensa rivalidad hasta el punto en que las autoridades tienen que intervenir y hacer un trato: ambos deberán vivir juntos un año y trabajar por igual en los negocios del señor Andrés y quien lo haga mejor se quedará con la mitad y sino todo se les quitará a ambos. Amanda no se dejará vencer aunque su enemigo sea un hombre inteligente, apuesto, guapo y con clase y la tencion sentimental entre ambos cada vez sea más fuerte.
Leer másSiempre he sido una mujer independiente, trabajadora que está acostumbrada a la buena vida y al dinero. Nunca he optado por matrimonios por conveniencia y menos buscar a un hombre rico para tener dinero si tendría que vivir bajo la sombra de esa persona. Nací para ser la jefa y para ser la protagonista de mi propia historia. A pesar de que mi padre murió hace ya diez años en un accidente de avión me he dedicado a trabajar día y noche para poder hacer crecer este imperio que un día me dejó. Y sí lo he logrado, más allá de todo lo que pude lograr a mis veinticinco años. Ahora vivo en Hawaii, donde tengo varias propiedades y varias empresas en movimiento.
La vida me había sonreído de la mejor manera, estoy muy satisfecha con todo. Andrés, mi padre adoptivo, estaría muy orgulloso de la mujer que creó. Porque mi padre hizo buen trabajo pero no tenía este imperio que yo misma cree. Soy una mujer de negocios, inteligente y astuta. Ningún hombre está a mi altura y menos pueden convencerme con regalitos caros y frases gastadas. No existe hombre para mi en esta tierra, me siento muy bien sola. Además, el amor te debilita así que lo que sea que me haga sentir débil y vulnerable va descartado para mi.
Estoy sentada en una silla playera frente al mar color turquesa y bajo el cálido sol de la tarde. Estoy tomando una piña colada con algo de alcohol y escuchando el sonido de las olas.
—Señorita Grayson —me llamó el bartender. Bajé mis gafas para darle una mirada de interrogación. No me gustaba para nada que me interrumpieran cuando me estoy relajando.
—¿Qué quieres, Benjamín? —cuestioné, haciéndole notar mi enfado en la voz.
—Hay unas personas que preguntan por usted —me hace saber. —Están afuera. Creo que es importante—me explicó.
Suspiré profundo, tratando de no estresarme.
—Hazlos pasar —ordené, poniéndome de nuevo los lentes y cerrando mis ojos. Faltaba poco para la puesta de sol.
—En seguida, señorita —Benjamin se fue y pasó un tiempo hasta que escuché voces. Abrí los ojos, me quité las gafas y me puse de pie: dejando ver mi espectacular cuerpo, usaba un bikini bastante provocador. Mi piel era blanca y pálida, mi cabello estaba largo y suelto, llegándome hasta donde finaliza la espalda. Me giré para ver a los susodichos que se atrevieron a interrumpir mi descanso. Ellos se quedaron perplejos porque seguramente nunca habían visto a una mujer tan hermosa en su vida. Eran tres hombres, vestían trajes y se notaban nerviosos.
—¿Quienes son ustedes? —les pregunté, acercándome un poco a ellos. Dos de mis guardaespaldas se pusieron detrás de mi para resguardarme. La seguridad ante todo.
El señor gordito se aclaró la garganta antes de hablar.
—Soy el abogado del señor Grayson... —empezó a decir.
—¿Perdón? —parpadeé varias veces porque esto debería de ser una broma. Mi padre está muerto. —El señor Andres Grayson murió hace diez años, ¿esto es una broma? —los miré con desaprobación.
Ellos se cohibieron.
—No, señorita Amanda... —habló otro—... hablábamos del hijo del señor Andrés Grayson, el señor Luke Grayson.
—No entiendo, hasta donde yo sé mi padre nunca tuvo más hijos. —expliqué. No entiendo qué estaba pasando y odio cuando algo me intriga.
—El señor Luke Grayson es el hijo legítimo del señor Andrés y pide que por favor se le haga una entrega de los bienes del señor Grayson de manera inmediata.
Me reí.
—Es broma, ¿verdad? —me alteré. —Dame mi celular —pedí a uno de mis secuaces. Me dieron mi celular de inmediato así que marqué el número de mi abogado que de seguro él tendría que saber algo—Llamaré a mi abogado. —les hice saber.
—Nosotros ya lo hicimos, señorita, de hecho él nos dijo que podríamos encontrarla aquí. Nosotros solo veníamos a entregarle este sitatorio —me dio una hoja a la cual tomé rápido. Decía que me citaban hoy en la noche en el hotel Plaza para hablar cara a cara con Luke Grayson y llegar a una acuerdo de manera amistosa o sino tendrá que llevar el caso al juzgado.
—¿Bueno? —respondió el idiota de mi abogado.
—Me llegó un sitatorio, Rivers —demandé.
—Amanda, no tuve tiempo de avisarte pero el hijo de Andrés está acá y quiere pelear por lo que le corresponde.
—¿Quién es ese arribista? Se quiere apoderar de lo que me pertenece, dime dónde encontrarlo ya mismo porque le haré saber que con Amanda Grayson nadie se mete.
—El señor Luke es mayor que tu, Amanda, tiene veintiocho años y no es ningún arribista. Estuve investigando y tiene muchas empresa en Estados Unidos, es igual de millonario que tu.
—P-pues no me importa.... Ese señor Luke me va a oír —corté la llamada de inmediato. —¿En donde puedo encontrar al señor Luke? —les pregunté a los tres hombres que no me dejaban de ver con ojos de deseo.
—Eh el está hospedado en el hotel Plaza. —respondió uno.
—Habitación nupcial —dijo otro.
—Perfecto —respondí—le haré tragarse esta papel —les hice saber, avanzando rápidamente hacia dentro, tomé mis llaves del coche y salí para montarme. Arranqué y manejé lo más rápido que pude hacia el hotel plaza donde ese tal Luke no sabía lo que le esperaba. Está loco si cree que me quitará lo que me ha costado tanto. Ni siquiera me importó vestirme, estoy en bikini y con mi sombrero nada más. Me estacioné frente al hotel y salí echando humo. Los de acá ya me conocían y me respetaban. Ni siquiera me detuvieron en la entrada, solo me saludaron. Me dirigí al ascensor y entré, esperando rápidamente llegar hasta el último piso. El ascensor se abrió, avancé hacia el pasillo y me detuve frente a la puerta de la suite. No me moleste en tocar, abrí y busqué al idiota que vino a arruinar mi vida.
—¡Luke Grayson! —espeté—¿Donde estas? —me dirigí hacia la sala, pero había algo en el piso, quizás pintura o no lo sé, que me hizo resbalar y casi caer de espaldas al duro piso. Pero mi espalda nunca tocó el piso, alguien me sostuvo de la cintura a tiempo e impidió que me cayera.
Abrí los ojos y lo primero que vi fueron unos ojos azules como el mar y un cabello rubio hecho rizos.
Madre mía, qué guapo es.
Había pasado un año desde aquella noche en que la vida de Luke estuvo en peligro, y ahora todo parecía un sueño lejano. La operación había sido un éxito, y la vida, aunque con sus altibajos, les había permitido seguir adelante. Este día era especial: Amanda y Luke asistían a la presentación de la pequeña Ginna, la hija de Ginger. La celebración era íntima y cálida, al aire libre, en una playa que parecía pintada. Una brisa suave movía los manteles blancos de las mesas decoradas con flores coloridas y conchas marinas, mientras el sonido de las olas le daba el toque perfecto a la reunión.Ginger estaba radiante, con un vestido amarillo que hacía juego con el sol. Sostenía a su bebé en brazos, una niña hermosa de mejillas rosadas y unos ojos que prometían ser tan expresivos como los de su madre. Amanda no podía estar más orgullosa. Sabía todo lo que le había costado a Ginger llegar hasta aquí. Entre lágrimas, miedos y noches sin dormir, su mejor amiga había salido adelante. Con un poco d
Luke y Amanda iban en la limusina, ambos con una sonrisa que no les cabía en el rostro. Amanda apoyaba la cabeza en el hombro de Luke mientras él acariciaba su mano, jugando con el anillo que acababa de colocarle en el altar. Era como si todo fuera perfecto por primera vez en mucho tiempo. Melody estaba a salvo en casa, y ellos tenían todo un futuro por delante. Entre risas y miradas cómplices, Luke le susurró:—¿Te das cuenta de que ahora soy oficialmente tuyo para siempre?—Siempre lo has sido —respondió Amanda, riendo.La limusina se detuvo en un semáforo en rojo. Amanda se inclinó para buscar algo en su bolso, pero fue entonces cuando Luke llevó una mano a su pecho y frunció el ceño. Por un momento no dijo nada, como si intentara ignorar lo que sentía, pero de pronto su respiración se volvió entrecortada.—Luke, ¿qué pasa? —preguntó Amanda, alarmada al notar que su esposo comenzaba a palidecer.—No sé... siento como una presión... aquí... —dijo él, apretándose el pecho con fuerza.
Luke y Amanda llegaron a la capilla, un lugar tan mágico que parecía sacado de un cuento. Estaba decorada con flores de todos los colores: lilas, rosas, blancas, y hasta girasoles, que le daban un toque alegre y único. Los vitrales dejaban entrar rayos de luz que iluminaban el lugar con tonalidades cálidas y vibrantes. A lo lejos se veía a los invitados, rostros familiares que sonreían emocionados, algunos sosteniendo pequeños ramos o pañuelos para contener las lágrimas. Allí estaban Kev, Donna, Lupe, Gloria y otros cercanos. Sin embargo, Amanda no pudo evitar un pequeño nudo en la garganta al pensar en Nerea, en cómo habría sido si estuviera presente.Luke, por su parte, estaba parado al frente, cerca del altar, vestido de un impecable traje negro con una corbata delgada color gris. Su corazón latía con fuerza y su mirada no podía despegarse de Amanda, quien caminaba hacia él con su vestido blanco de encaje, el velo cubriendo su rostro. Cada paso que daba ella parecía ir más lenta, c
Los días siguientes no me podía concentra bien, tampoco podía reír porque el recuerdo de Luke y su operación venían a mi mente. Mejor hubiera deseado no saber nada. Luke trataba de siempre estar animado y animarme pero en el fondo sabía que solo estaba fingiendo, estaba bien si simplemente me mostraba como se sentía en realidad. Decidí pasear a Melody por la calle en su cochecito, contándole historias de cuando yo vivía en la calle y todo lo que tenía que pasar. Se me salían las lagrimas a cada momento en solo pensar en Luke. ¿Que posibilidades había de que fuera el mismo de siempre después de esa operación? No lo sabía. Por la tarde dejé a Melody con Gloria mientras Luke y yo fuimos a visitar a Lupe. Estaba comiendo un poco más. —Te veo un poco más activa —le dije. —Si, quiero conocer a la pequeña Melody por eso ya me quiero ir a la casa —me dice. —¿Estás segura de que no estás así por algo más? Me puedes decir lo que sea, te lo prometo —le hago saber. Tampoco le he dicho a ella
Las palabras «corazón» «transplante» y «poco tiempo» resonaban en mi mente mientras trataba de asimilar lo que Luke me estaba diciendo… es que no podía ser cierto. ¿Por qué a él? Si siempre estaba tan saludable, comiendo saludable, ejercitándose… ¿por qué a él? Estaba en shock, pensando en todos los mementos que pasamos juntos, en todas las veces que discutimos, en el momento en que lo conocí… pensé en nuestra hija… ¿que pasa si Luke no lo logra? ¿Que pasa si lo perdemos? No, yo no podría soportarlo. Corrí hacia el baño y me encerré. —Amanda, abre la puerta por favor. —me dice Luke—Disculpame por no haberte dicho nada, estabas embarazada y no quería preocuparte. Todo saldrá bien, te lo prometo. No dije nada. En el baño lloré, lloré como nunca porque Luke se podría morir. Esas operaciones eran bastante peligrosas y… ¿si no había un corazón compatible? No, me niego a que Luke cambie de corazón… ¿que pasa si después no siente lo mismo? Llámenme loca pero esas cosas pueden pasar.No qu
Tener un bebé es muy hermoso pero también muy complicado. Me he levantado muchas veces en la noche por sus llantos, darle de comer y entretenerla. Me siento muy agotada y con sueño. Por la mañana tenía ojeras. Tomé vitaminas y me di un baño con agua caliente para relajarme mientras Melody dormía. Al menos ya podía salir y hacer las cosas que antes no hacía. —¿Que planes tienes para hoy? —Luke entra a la ducha, estaba terminando de hacer ejercicios. —¿quieres llevar a la playa a la bebe? —Creo que es muy pronto, está recién nacida. Estoy esperando a la señora que me enseñará como darle de amamantar y cómo cuidar de mi bebé. Aunque no parezca yo soy primeriza y no se casi nada de bebés —puse mis labios en una sola línea—Será un día pesado. —Yo estaré acompañándote —me dice, metiéndose a la tina—Siempre estaré contigo. Le sonreí y lo besé. —Gracias, amor. —Tenemos que aprovechar que Melody está durmiendo tranquilamente —susurra, porque sabía lo que quería. Me besa apasionadamente
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