Capítulo 157.
Rafael se negaba a rendirse ante el silencio sepulcral de Nimue.
— Dime que podrás estar a mi lado en toda esta guerra que parece no tener fin.
En ese instante ella cierra los ojos y da un paso hacia atrás, alejándose del calor, del olor tan característico a humo que siempre lo rodeaba.
— Hay promesas que no deben romperse. Mi padre no te quiere cerca, jamás lo hizo y no puedo defraudarlo.
En ese instante ella se gira para tratar de continuar con su camino, seguir buscando una respuesta, una solución a su destino. Sin embargo, él la detiene, tomándola del brazo y girándola de nuevo.
— Él ya no vive Nimue — declara él con una voz bronca y profunda que hace que ella se quede abstraída y temerosa.
Pero sonríe, porque no importa cuánto esfuerzo haga, nadie sería tan cruel como su padre.
No con ella.
— Él ya está muerto. Su alma se ha ido. Podemos estar juntos.
— Esa promesa…— Ella se jala, interrumpiéndolo.— Esa promesa no vence. Las promesas que hacen los dragones tienen, de vencimiento